..................................Cambiando Paradigmas .... Psicóloga. Verónica D. Montes ................

viernes, 17 de agosto de 2012

Los niñ@s son... Niñ@s

Cada niño es un mundo.
Cada niño tiene capacidades a desarrollar, las cuales aportarà al mundo
Cada niño tiene distintas afinidades y características, que muchas veces se suelen mal interpretar llamándolas “caprichos” o “rebeldías”.
Hay niños a los que se les hace imposible convivir con ciertas exigencias, y esto va más allá de un simple capricho, simplemente no forma parte de su naturaleza.
Hay niños que han venido a escribir hermosas poesías, hermosas melodías, y no comprenden por qué matemática es la materia troncal de la escuela.
Hay niños que han venido a ser pintores, grandes artistas.
Hay niños que han venido a ser grandes científicos y no les interesa la competencia por premios al mejor descubrimiento. Sus mayores intereses son la ecología y la solución a las grandes enfermedades mundiales.
Estos niños así como necesitan comer y beber agua, necesitan un espacio donde puedan desplegar este potencial.
Pero miles de prioridades están en la lista antes que los niños.
Las escuelas no tiene fondos monetarios, las instalaciones se rompen, las maestras trabajan por un sueldo mínimo, van y vienen de una escuela a la otra cansadas, pero obligadas a hacerlo ya que necesitan el dinero para vivir.
Las aulas de las escuelas están repletas de niños, más de lo que un maestro puede sostener y acompañar.
En el medio de este remolino está el niño, con su mochila llena de esperanzas, sueños, ideas y entusiasmo por vivir.
Pero aparentemente no hay espacio para él...
¿Qué sucede entonces?
Surge la homogeneización.
La escuela, para facilitar su trabajo, trata a todos
los niños por igual, exigen a todos por igual. Aquel que no responda a sus exigencias, y no logre seguir el ritmo de la mayoría, será catalogado por su dificultad.
Por ejemplo, el niño al que le cuestan las materias lógicas, será conocido en el aula como el “niño lerdo” o “el niño poco inteligente”.
El niño que se niegue a ser tratado como todos, y ofrezca resistencia, será catalogado como el “niño rebelde”.
El niño que no puede medirse en su rebeldía y se torna agresivo, será catalogado como el “niño conflictivo o violento”. No importará que haya detrás de eso.
La mayoría de los maestros llamarán así al niño. Se convencerán de ello y difícilmente se den la oportunidad de verlo de otra forma. No solo se convencen ellos mismos, sino también, convencen al niño.
No habrá oportunidad para el cambio, el niño convencido creará situaciones que refuercen lo que todos piensan de él. Lo hará porque siempre deseó tener un lugar, ese espacio que antes nombré, pero se confunde y ocupa un lugar que no le corresponde. Crea un personaje, una falsa identidad.
¿Conocen al niño verdaderamente estos maestros? ¿O conocen sus personajes? ¿Qué hay debajo de ese personaje creado?

A menudo la fama del niño no termina en el aula. Pasa de año y sigue siendo reconocido por su etiqueta: “el niño poco inteligente”, “el niño conflictivo”,
“el niño violento”, etc.
No es por mala intenciòn que estos educadores actúan así. Muchas veces la razón es simple ignorancia, desconocen nuevos caminos.
Otras veces, la causa se debe a que son personas que aun no tienen resuelta su vida de forma madura e íntegra, y trasladan sus conflictos a los niños.

¿Y cómo reaccionan los padres cuando sus hijos son catalogados?
Hay dos opciones:
Algunos se convencen de lo que la escuela dice del niño. Estos padres suelen exigirle al niño de la misma forma que lo hace la escuela. “Si lo dice la escuela, no hay duda de que es así”.
En cambio, hay otros padres que ven un poco más allá, sienten el océano del niño. Se permiten cuestionar lo que la escuela dice.
Hablan con el niño, le preguntan qué es lo que le está sucediendo, qué piensa de la escuela, qué cambiaría si él pudiera. Por el sólo hecho de ser escuchado, muchas veces el niño baja las barreras que había creado para defenderse. Se muestra, se abre.
Si estos padres descubren que el niño está necesitando más contención por parte de la escuela, comienzan a buscar nuevas posibilidades para él.

Lamentablemente hay muchos niños que más allá de esta consideración, tienen problemas de conducta o de aprendizaje. Desde ya que estos “problemas” surgieron en consecuencia de alguna situación, pero a veces es realmente necesario que el niño vea a un profesional o terapeuta que lo pueda guiar.
Suele suceder también, que detrás de estas verdaderas dificultades del niño, se encuentra un adulto que no acepta que el niño necesita una ayuda extra, entonces busca culpables en la escuela.

Hay maestros que sea cual fuere la escuela a la cual pertenecen, tienen una esencia distinta, se guían por la intuición. Ellos también pueden ver más allá.
Estos maestros ayudan al niño, lo entienden y acompañan

Todos los niños necesitan una oportunidad.
No etiquetemos a los niños.
Démosle la oportunidad día a día de actuar diferente, de revertir sus errores.
Alimentemos al ángel que el niño trae dentro.
Refuerce los logros del niño felicitándolo y apoyándolo en lo que él necesite para crecer.