..................................Cambiando Paradigmas .... Psicóloga. Verónica D. Montes ................

martes, 22 de mayo de 2012

Diversidad

La escuela de hoy está en crisis porque homogeneizó al niño, lo estandarizó.
Espera del niño determinada respuesta ante un determinado estímulo: 
“El niño sabrá sumar a una edad, multiplicar a otra, y sabrá leer a otra”... Para la mayoría de las escuelas esto es crecimiento.
Premia al “mejor” alumno, regaña al que se “retrasa” y no cumple con los tiempos, haciéndolo repetir de año.

La escuela se ha olvidado de su misión primordial:
“Estimular armoniosamente a los niños para que crezcan como seres íntegros en cuerpo, mente y espíritu”.

Cada Niño es ùnico

 
Cada niño es ùnico
Cada niño tiene capacidades a desarrollar, las cuales aportarà al mundo
Cada niño tiene distintas afinidades y características, que muchas veces se suelen mal interpretar llamándolas “caprichos” o “rebeldías”.
Hay niños a los que se les hace imposible convivir con ciertas exigencias, y esto va más allá de un simple capricho, simplemente no forma parte de su naturaleza.
Hay niños que han venido a escribir hermosas poesías, hermosas melodías, y no comprenden por qué matemática es la materia troncal de la escuela.
Hay niños que han venido a ser pintores, grandes artistas.
Hay niños que han venido a ser grandes científicos y no les interesa la competencia por premios al mejor descubrimiento. Sus mayores intereses son la ecología y la solución a las grandes enfermedades mundiales.
Estos niños así como necesitan comer y beber agua, NECESITAN un espacio donde puedan desplegar este potencial.
Pero miles de prioridades están en la lista antes que los niños.
Las escuelas no tiene fondos monetarios, las instalaciones se rompen, las maestras trabajan por un sueldo mínimo, van y vienen de una escuela a la otra cansadas, pero obligadas a hacerlo ya que necesitan el dinero para vivir.
Las aulas de las escuelas están repletas de niños, más de lo que un maestro puede sostener y acompañar.
En el medio de este remolino está el niño, con su mochila llena de esperanzas, sueños, ideas y entusiasmo por vivir.
Pero aparentemente no hay espacio para él...
¿Qué sucede entonces?
Surge la homogeneización. La escuela, para facilitar su trabajo, trata a todos los niños por igual, exigen a todos por igual. Aquel que no responda a sus exigencias, y no logre seguir el ritmo de la mayoría, será catalogado por su dificultad.
Por ejemplo, el niño al que le cuestan las materias lógicas, será conocido en el aula como el “niño lerdo” o “el niño poco inteligente”.
El niño que se niegue a ser tratado como todos, y ofrezca resistencia, será catalogado como el “niño rebelde”.
El niño que no puede medirse en su rebeldía y se torna agresivo, será
catalogado como el “niño conflictivo o violento”.
No importará que haya detrás de eso.
La mayoría de los maestros llamarán así al niño. Se convencerán de ello y difícilmente se den la oportunidad de verlo de otra forma. No solo se
convencen ellos mismos, sino también, convencen al niño.
No habrá oportunidad para el cambio, el niño convencido creará situaciones que refuercen lo que todos piensan de él. Lo hará porque siempre deseó tener un lugar, ese espacio que antes nombré, pero se confunde y ocupa un lugar
que no le corresponde. Crea un personaje, una falsa identidad.
¿Conocen al niño verdaderamente estos maestros? ¿O conocen sus personajes?
¿Qué hay debajo de ese personaje creado?

A menudo la fama del niño no termina en el aula. Pasa de año y sigue siendo
  reconocido por su etiqueta: “el niño poco inteligente”, “el niño conflictivo”, “el niño violento”, etc.
No es por mala intenciòn que estos educadores actúan así. Muchas
veces la razón es simple ignorancia, desconocen nuevos caminos.
Otras veces, la causa se debe a que son personas que aun no tienen resuelta su vida de forma madura e íntegra, y trasladan sus conflictos a los niños.

¿Y cómo reaccionan los padres cuando sus hijos son catalogados?

Hay dos opciones:
Algunos se convencen de lo que la escuela dice del niño. Estos padres suelen exigirle al niño de la misma forma que lo hace la escuela. “Si lo dice la escuela, no hay duda de que es así”.
En cambio, hay otros padres que ven un poco más allá, sienten el océano del niño. Se permiten cuestionar lo que la escuela dice.
Hablan con el niño, le preguntan qué es lo que le está sucediendo, qué piensa de la escuela, qué cambiaría si él pudiera. Por el sólo hecho de ser escuchado, muchas veces el niño baja las barreras que había creado para defenderse. Se muestra, se abre.
Si estos padres descubren que el niño está necesitando más contención por parte de la escuela, comienzan a buscar nuevas posibilidades para él.

Lamentablemente hay muchos niños que más allá de esta consideración,
  tienen problemas de conducta o de aprendizaje. Desde ya que estos “problemas” surgieron en consecuencia de alguna situación, pero a veces esnbrealmente necesario que el niño vea a un profesional o terapeuta que lo pueda guiar.
Suele suceder también, que detrás de estas verdaderas dificultades del niño, se encuentra un adulto que no acepta que el niño necesita una ayuda extra, entonces busca culpables en la escuela.

Hay maestros que sea cual fuere la escuela a la cual pertenecen, tienen una
  esencia distinta, se guían por la intuición. Ellos también pueden ver más allá. Estos maestros ayudan al niño, lo entienden y acompañan

Todos los niños necesitan una oportunidad.

No etiquetemos a los niños.
Démosle la oportunidad día a día de actuar diferente, de revertir sus errores.
Alimentemos al ángel que el niño trae dentro.
Refuerce los logros del niño felicitándolo y apoyándolo en lo que él necesite
para crecer.

El Arte en la Educación

El arte y su función terapéutica en el niño


las actividades artísticas desarrollan la sensibilidad, la percepción, la imaginación, la fantasía, la creatividad, la comunicación y la intuición.
Los niños están abiertos al mundo, principalmente en los primeros años.
Todo lo que reciban en esta etapa será fácilmente incorporado en ellos.
Así los modelos de acciones y hábitos que reciben a esta edad son profundamente arraigados.
A medida que pasan los años estos hábitos y acciones que el niño adquirió en su infancia se van trasformando parcialmente, pero mucho permanece.
Esto que permanece es inconciente y muy difícil de modificar.
Como educadores podríamos ofrecer a los niños desde sus primeros años, hábitos y acciones positivas para que permanezcan en ellos a lo largo de su vida. Se puede estimular en el niño el interés por la vida, por los desafíos, la capacidad de elección y de decisión.
No existe actividad más eficaz para el cultivo de estos hábitos y acciones, que la actividad artística.
Muchas actividades artísticas exigen una actitud interior que nunca podríamos obtener en la vida cotidiana. Se le puede exigir al niño diciéndole: “Tienes que ser ordenado y tranquilo”. O bien, a través de alguna actividad se puede guiar al niño a que lo sea. Por ejemplo mediante alguna actividad artística, un niño acelerado e hiperkinético puede ser llevado a ser ordenado y tranquilo; el niño que es retraído y tímido, puede ser llevado a ser audaz y atrevido; el niño disperso puede ser llevado a ser constante y concentrado.
Este es el efecto educador que las actividades artísticas tienen sobre los niños.
La práctica artística nos enfrenta a problemas que también nos enfrenta el medio ambiente. Para trabajar con algún objeto o algún material, antes hay que conocerlo, respetar sus cualidades, sus flaquezas y sus virtudes.
Este reconocer y respetar, arrastra consigo miles de emociones: alegría, ira, decepción, resignación, sorpresa, calma, paciencia, esperanza, frustración, tolerancia, valoración de lo propio, esfuerzos, una actitud desafiante ante lo nuevo, una postura abierta y dispuesta, pero firme y con decisión.
Estas emociones no permanecen solo en lo psíquico, sino que se trasladan al cuerpo y alma del niño.
El niño aprende equivocándose, aprende valorándose, aprende interesándose.
Aprende del error y de los logros.
Es fundamental ofrecerle al niño aquellas actividades que han de enriquecer y dar sentido a su vida posterior
Todo lo que el niño conquiste durante sus años de maduración, lo acompañará a lo largo de su vida. Será su tesoro, y no solo será para él, ya que luego lo aportará al mundo.
Ofrézcale al niño un pincel y dígale:  “Pinta los colores sobre los que caminarás hoy y mañana”.