..................................Cambiando Paradigmas .... Psicóloga. Verónica D. Montes ................

martes, 22 de mayo de 2012

El Arte en la Educación

El arte y su función terapéutica en el niño


las actividades artísticas desarrollan la sensibilidad, la percepción, la imaginación, la fantasía, la creatividad, la comunicación y la intuición.
Los niños están abiertos al mundo, principalmente en los primeros años.
Todo lo que reciban en esta etapa será fácilmente incorporado en ellos.
Así los modelos de acciones y hábitos que reciben a esta edad son profundamente arraigados.
A medida que pasan los años estos hábitos y acciones que el niño adquirió en su infancia se van trasformando parcialmente, pero mucho permanece.
Esto que permanece es inconciente y muy difícil de modificar.
Como educadores podríamos ofrecer a los niños desde sus primeros años, hábitos y acciones positivas para que permanezcan en ellos a lo largo de su vida. Se puede estimular en el niño el interés por la vida, por los desafíos, la capacidad de elección y de decisión.
No existe actividad más eficaz para el cultivo de estos hábitos y acciones, que la actividad artística.
Muchas actividades artísticas exigen una actitud interior que nunca podríamos obtener en la vida cotidiana. Se le puede exigir al niño diciéndole: “Tienes que ser ordenado y tranquilo”. O bien, a través de alguna actividad se puede guiar al niño a que lo sea. Por ejemplo mediante alguna actividad artística, un niño acelerado e hiperkinético puede ser llevado a ser ordenado y tranquilo; el niño que es retraído y tímido, puede ser llevado a ser audaz y atrevido; el niño disperso puede ser llevado a ser constante y concentrado.
Este es el efecto educador que las actividades artísticas tienen sobre los niños.
La práctica artística nos enfrenta a problemas que también nos enfrenta el medio ambiente. Para trabajar con algún objeto o algún material, antes hay que conocerlo, respetar sus cualidades, sus flaquezas y sus virtudes.
Este reconocer y respetar, arrastra consigo miles de emociones: alegría, ira, decepción, resignación, sorpresa, calma, paciencia, esperanza, frustración, tolerancia, valoración de lo propio, esfuerzos, una actitud desafiante ante lo nuevo, una postura abierta y dispuesta, pero firme y con decisión.
Estas emociones no permanecen solo en lo psíquico, sino que se trasladan al cuerpo y alma del niño.
El niño aprende equivocándose, aprende valorándose, aprende interesándose.
Aprende del error y de los logros.
Es fundamental ofrecerle al niño aquellas actividades que han de enriquecer y dar sentido a su vida posterior
Todo lo que el niño conquiste durante sus años de maduración, lo acompañará a lo largo de su vida. Será su tesoro, y no solo será para él, ya que luego lo aportará al mundo.
Ofrézcale al niño un pincel y dígale:  “Pinta los colores sobre los que caminarás hoy y mañana”.

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