Los efectos psicológicos a medio y largo plazo, sin embargo, son preocupantes.
El niño castigado de forma arbitraria y agresiva acumula emociones
negativas hacia sus padres, que luego trasladará hacia cualquier forma
de autoridad y también a su futura vida familiar.
La violencia en el
hogar forma una espiral creciente de agresividad que se traslada adonde
vaya el niño, convertido ya en adulto.
Es el «círculo de la
desventaja», como llamó el psicoanalista inglés John Bowlby a la
progresión geométrica de los efectos de la degradación social,
alimentado por el hecho de que los niños maltratados de hoy son los
padres irresponsables de mañana.
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